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Donde comienza el camino

*Material preliminar y de prueba con el objetivo de mostrar la propuesta gráfica, la presentación de lo que nos proponemos y el contenido de la Revista Búsquedas.

P.D. Ouspensky (1878-1947) fue un escritor y filósofo ruso que dedicó su vida a explorar la espiritualidad y la consciencia. En su búsqueda de la verdad, Ouspensky se encontró con G. I. Gurdjieff. Las enseñanzas de Gurdjieff tuvieron un profundo impacto en Ouspensky, quien dedicó gran parte de su vida a estudiarlas y difundirlas.

Fragmentos de una Enseñanza Desconocida, publicado en 1946, es uno de los libros más conocidos de Ouspensky. En él, el autor relata sus experiencias con Gurdjieff y presenta una introducción a sus ideas sobre la naturaleza de la consciencia, la evolución humana y el camino hacia el conocimiento de sí mismo. Presentamos un pasaje del libro Fragmentos de una Enseñanza Desconocida.

Un día llegaron numerosas personas que nunca habían asistido anteriormente a nuestras reuniones. Una de ellas preguntó: “¿Dónde comienza el camino?” La persona que hizo esta pregunta no había oído lo que G. había dicho de los cuatro caminos, y empleaba la palabra “camino” en el sentido religioso o místico ordinario.

—La idea del camino es especialmente difícil de comprender, dijo G., porque uno cree ordinariamente que el camino (acentuó esta palabra), comienza en el mismo nivel en que se desenvuelve nuestra vida. Pero esto es completamente falso. El camino comienza en otro nivel muy superior. Esto es justamente lo que no se comprende. El punto de partida del camino se juzga mucho más accesible de lo que es en realidad. Voy a tratar de explicárselo.

“El hombre vive bajo la ley del accidente y bajo dos clases de influencias, que dependen también del accidente.

“Las influencias de la primera clase están creadas en la vida misma o por la misma vida. Son las influencias de raza, nación, clima, familia, educación, sociedad, profesión, maneras, costumbres, fortuna, pobreza, ideas corrientes y así sucesivamente. Las influencias de la segunda clase se crean, por el contrario, fuera de esta vida, son las influencias que nos llegan del círculo interior o esotérico de la humanidad; en otras palabras, han sido creadas bajo otras leyes, aunque sobre esta misma tierra. Estas influencias difieren de las primeras ante todo en que son conscientes en su origen. Esto significa que han sido creadas conscientemente por hombres conscientes, con fines determinados. Las influencias de esta clase habitualmente toman cuerpo bajo la forma de doctrinas o de enseñanzas religiosas, de sistemas filosóficos, de obras de arte y así sucesivamente.

“Estas influencias son lanzadas en la vida para una meta definida, y se mezclan con influencias de la primera clase. Pero no hay que olvidar nunca que estas influencias son conscientes solamente en su origen. Cuando penetran en el gran torbellino de la vida, caen bajo la ley común del accidente y empiezan a actuar mecánicamente; en otras palabras, pueden actuar o no sobre tal o cual hombre, pueden o no alcanzarlo. Al sufrir toda clase de cambios y alteraciones en la vida por el hecho de su transmisión e interpretación, las influencias de la segunda clase se reducen a influencias de la primera clase, es decir se confunden en cierta manera con ellas.

“Pensemos en ello, y veremos que no es difícil distinguir las influencias creadas en la vida de las influencias cuyo origen se encuentra fuera de la vida. Es imposible enumerarlas o hacer un catálogo de unas y otras. Hay que comprender. Todo dependerá de nuestra comprensión. Nos preguntamos dónde comienza el camino. El comienzo del camino depende precisamente de esta comprensión o de la capacidad de distinguir las dos clases de influencias. Naturalmente su distribución es desigual. Tal hombre concuerda mejor con las influencias cuyo origen está fuera de la vida y recibe más de ellas; otro recibe menos, un tercero está casi aislado. Pero esto es inevitable. Esto ya es el destino. Es necesario considerar la regla general: el hombre normal vive en las condiciones normales; siendo estas condiciones más o menos las mismas para todo el mundo, se puede decir que la dificultad es la misma para todos; ésta consiste en separar las dos clases de influencias. Si un hombre no las separa al recibirlas, no ve o no siente su diferencia, su acción sobre él ya no estará separada, es decir que ellas actuarán de la misma manera, en el mismo nivel y producirán los mismos resultados.

“Pero si en el momento en que recibe estas influencias, un hombre es capaz de efectuar las discriminaciones necesarias y poner aparte aquellas que no son creadas en la vida misma, entonces gradualmente se le hace más fácil el separarlas, y después de cierto tiempo ya no las podrá confundir con las influencias ordinarias de la vida.

“Los resultados de las influencias cuya fuente está fuera de la vida, se acumulan en él, las recuerda todas en conjunto, las siente todas en conjunto. Comienzan a formar en él un cierto todo. Él mismo no se da cuenta claramente de qué se trata; no percibe ni el cómo ni el porqué, o si trata de explicárselo lo hace mal. Sin embargo, lo esencial no está ahí, sino en el hecho de que al acumularse, los resultados de estas influencias forman progresivamente en él una especie de centro magnético, que atrae todas las influencias relacionadas, y de esta manera crece. Si el centro magnético de un hombre recibe un alimento suficiente y si los otros lados de su personalidad, que resultan de las influencias creadas en la vida, no ofrecen fuerte resistencia, el centro magnético comienza entonces a influir sobre su orientación, lo obliga a efectuar un viraje y aun a ponerse en marcha en cierta dirección. Cuando su centro magnético ha adquirido la fuerza y el desarrollo suficiente, un hombre comprende ya la idea del camino y comienza a buscarlo. La búsqueda del camino puede tomar muchos años y no conducir a nada. Esto depende de las condiciones, de las circunstancias, del poder del centro magnético, del poder y de la dirección de las tendencias interiores a las que esta búsqueda no interesa en forma alguna, y que pueden desviar a un hombre de su meta en el preciso momento en que aparece la posibilidad de alcanzarla, es decir de encontrar el camino. “Si el centro magnético trabaja correctamente y si un hombre busca verdaderamente, o aun si siente en una forma justa, fuera de toda búsqueda activa, puede encontrar a otro hombre que conozca el camino y que esté conectado, directamente o a través de personas intermediarias, a un centro cuya existencia escapa de la ley de accidente, y de donde proceden las ideas que crearon el centro magnético.

*Ouspensky, P. D. Fragmentos de una enseñanza desconocida: en busca de lo milagroso. Caracas: Ganesha, 2004.

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